El pasado fin de semana, del 16 al 18 de febrero, una representación de nuestra diócesis encabezada por el obispo Mons. Santos Montoya. Una de las participantes es Cristina Grecilla que nos cuenta su testimonio:
Imaginemos que tenemos en nuestras manos un retal de tela, de bellos colores y de una calidad excelente. ¿Verdad que las posibilidades que tiene nos vienen a la cabeza en forma de vestido, chaqueta, etc.? Pero para confeccionarlo necesitamos las herramientas necesarias que nos ayuden a darle forma, así como unos patrones que guíen nuestros cortes, adaptando así nuestra tela a las necesidades de quién la va a recibir.
Así es como me he sentido en este encuentro, como una aprendiz llena de ilusión por aprender a confeccionar la gran pieza que es el primer anuncio. A lo largo de estos intensos días de trabajo personal y comunitario, he atesorado muchos patrones que nos deben guiar a los bautizados como fuentes de evangelización: la escucha activa, la creatividad, la sencillez, el acompañamiento y, sobre todo, la alegría. Todas ellas son actitudes que nos hacen volver a la esencia fundamental, a la fuente de agua fresca, al amor de Dios por todos nosotros. Pero en este proceso no estamos solos, pues la confianza en el Espíritu nos sujeta ante las dificultades que nos podamos encontrar, como la indiferencia, la falta de ganas o la incoherencia personal.
La fe es una alegre historia de amor que merece ser contada y compartida a los cuatro vientos, mostrando con nuestras propias vidas que Jesús es el motor, el sastre maestro que dirige nuestras puntadas. Da igual si estamos en el trabajo, en el mercado o en un banco compartiendo pipas, todos ellos son lugares de la vida cotidiana propicios para un primer anuncio paciente, sin prisas ni agobios, que respete los ritmos de cada persona, para que, poco a poco, Dios se haga presente en los demás a través de nuestra mirada. Y llegados a este punto, nuestro retal de bellos colores está listo para comenzar a tomar forma, aspirando ser un duradero traje a medida de quien descubre y acoge la llamada de Dios.
Cristina Grecilla