Del 17 al 24 de septiembre se celebra la semana de Pastoral Penitenciaria, que culmina con la celebración de Ntra. Sra. de la Merced, y el lema escogido es “El perdón, fuente de esperanza”.
El ámbito penitenciario es uno de los contextos sociales más duros y deshumanizantes, donde se agudizan situaciones de desesperanza, dolor y pérdida de dignidad. Muchas personas privadas de libertad arrastran una historia cargada de violencia, carencias afectivas, traumas y falta de conciencia sobre sus actos, lo que contribuye a una vida marcada por el sufrimiento y el rechazo. En este entorno sombrío, la esperanza se presenta como un anhelo profundo y necesario.
Durante el Año Jubilar de la Esperanza, el Papa Francisco recuerda que, a pesar de la incertidumbre del futuro, toda persona guarda en su interior el deseo de bien. Sin embargo, en prisión es frecuente encontrar desánimo, escepticismo y una visión pesimista del porvenir. Frente a esta realidad, la Pastoral Penitenciaria actúa como rostro de la Iglesia misericordiosa, acompañando a los internos para ofrecerles un camino de amor, fe y redención.
Muchos reclusos jamás han conocido el perdón ni la compasión. No saben amar porque no fueron amados, ni saben perdonar porque nunca fueron perdonados. Están atrapados en una cárcel interior de odio y rencor. Por eso, la experiencia del perdón y la reconciliación es clave para su liberación espiritual. El Papa afirma en la Bula Spes non confundit que el sacramento de la Reconciliación es esencial para sanar el corazón, experimentar el amor de Dios y reencontrar la alegría del perdón.
En este mes de septiembre, dedicado a Nuestra Señora de la Merced, Patrona de los presos, se invita a la sociedad y a la Iglesia a sembrar esperanza. Desde la fe en Cristo y su misericordia, la Pastoral Penitenciaria quiere ser instrumento de liberación interior y testimonio del amor de Dios hacia quienes viven privados de libertad.