En el marco del Día de las Personas Sin Hogar (26 de octubre), Cáritas La Rioja pone el foco en la exclusión residencial más grave. Durante 2024, la entidad social acompañó a 148 personas sin hogar para mejorar su calidad de vida e iniciar o continuar procesos de autonomía personal e inclusión social. En nuestra región, las estadísticas muestran que se trata de un fenómeno mayoritariamente masculino (el 92% son hombres) y marcado por la migración: el 79% es de origen extranjero y, de ellos, uno de cada tres se encuentra en situación administrativa irregular. Por edades, el 63% tiene entre 36 y 65 años; el 32%, entre 18 y 35 años, y el 5%, 66 años o más. Estos datos describen a quienes duermen en la calle o pernoctan en centros como el albergue o recursos de urgencia, pero no abarca toda la realidad del sinhogarismo, que también incluye a quienes habitan viviendas inseguras o inadecuadas.
José Andrés Pérez, director de Cáritas La Rioja, explica que la entidad “es testigo, de forma alarmante, de cómo sigue en aumento la vulnerabilidad en muchas personas y familias que no pueden acceder a su derecho a una vivienda digna y adecuada”. “Por ello, es necesario y urgente seguir sensibilizándonos como sociedad y continuar interpelando a las Administraciones públicas, garantes de los derechos humanos, y al resto de la sociedad acerca de la realidad que están viviendo estas personas”, asevera.
La falta de un techo obliga a estos hombres y mujeres a afrontar a diario una serie de obstáculos que impiden su integración plena en la sociedad. Entre ellas destacan la falta de intimidad, los problemas de salud física y mental, las dificultades para encontrar un trabajo decente y un mercado de alquiler cada vez más inaccesible. Además, se enfrentan a muchas trabas para acceder a los trámites de la administración pública, como, por ejemplo, al empadronamiento.
“Por todo ello, es clave impulsar políticas públicas de vivienda específicas orientadas a las personas en exclusión residencial grave, con alternativas habitacionales adecuadas y estables y una coordinación efectiva entre las consejerías con competencias en materias de servicios sociales y vivienda. Desde Cáritas La Rioja consideramos imprescindible frenar la cronificación y garantizar condiciones de vida dignas”, destaca José Andrés Pérez.
Asimismo, el director de Cáritas La Rioja ha explicado que entre los perfiles de las personas sin hogar se encuentran “trabajadores que no pueden acceder a una vivienda, personas migrantes atrapadas en la invisibilidad, víctimas de violencia machista que no encuentran una salida segura; personas con discapacidad que no hallan oportunidades laborales; mujeres y hombres con problemas de salud mental o adicciones; jóvenes ex tutelados a quienes se les cierran las puertas justo al alcanzar la mayoría de edad; mayores sin red familiar ni pensión suficiente que garantice unas condiciones dignas; personas LGTBIAQ+ que han sido expulsadas de sus hogares o discriminadas; y madres solas que luchan por mantener a sus hijas e hijos junto a ellas”.
Datos a nivel nacional
Con el propósito de reconstruir los vínculos que les permitan volver a formar parte de la comunidad, Cáritas acompañó el año pasado, a nivel nacional, a 42.850 personas en situación de sinhogarismo, un 1,21% más que el año anterior. De ellas, dos de cada diez eran mujeres.
Según los datos adelantados del IX Informe FOESSA, que se presentará a inicios de este mes de noviembre, tres millones de personas (6,3%) en nuestro país utilizan formas precarias de tenencia de la vivienda (facilitada gratuitamente por otras personas o instituciones, realquilada, ocupada ilegalmente o con aviso de desahucio) y 3,4 millones de personas (7%) sufren condiciones de hacinamiento. En 2024, Cáritas invirtió 41,7 millones de euros en su programa de personas sin hogar, el 8,6% de su presupuesto total.
Testimonios
La campaña “Sin hogar, pero con sueños” ha contado con la participación de personas en situación de calle. Algunos de los testimonios recogidos por la campaña describen muy bien la difícil situación que atraviesan estas personas:
“Hay noches en que me duermo imaginando que vuelvo a tener una mesa para invitar a mis nietos a merendar. No sé si pasará, pero ese sueño me mantiene viva”. (Teresa, 59 años)
“Me encantaría trabajar cuidando personas mayores. Lo hice muchos años. Ahora acudo a un centro de día, pero sigo soñando con volver a cuidar a alguien y tener así un hogar. Que alguien confíe en mí”. (Clara, 38 años)
“No pido una mansión. Solo quiero una cama que no se moje cuando llueve. Sueño con volver a tener una llave en el bolsillo, aunque sea de una habitación compartida. Eso me haría sentir persona otra vez”. (Rubén, 44 años)

